Pedro Pablo Gaviota

Fotografía

«Amanecía y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.
Chapoteaba un pesquero a un kilómetro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro día de ajetreos.
Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue más que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un… sólo… centímetro… más… Se encresparon sus plumas, se atascó y cayó.
Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor.
Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsión —parando, parando, y atascándose de nuevo—, no era un pájaro cualquiera»
Richard Bach – Juan Salvador Gaviota, 1970



Creo que leí este librito de Bach con nueve o diez años, cuando mis referentes literarios eran Enyd Blynton, Julio Verne y Alejandro Dumas. Fue todo un descubrimiento; me pareció lo más profundo y auténtico que había leído hasta entonces. En apenas sesenta páginas hablaba de jóvenes incomprendidos, de entrenamiento duro, de espiritualidad y de reencarnaciones; y todo ello envuelto en una metáfora sobre el vuelo acrobático: no se podía pedir más.


Con el paso de los años he intentado releer a Bach en varias ocasiones y nunca he sido capaz. No he podido revivir la pasión que despertó en mí en su momento y, por ello, he creído que estaba equivocado, que me había dejado deslumbrar por un texto mal escrito, trufado de perogrulladas y sensibilidad de garrafa. Y sí, desde luego: el «Juan Salvador Gaviota» – que ha vendido millones de ejemplares desde su publicación – no es una gran obra literaria. Y a pesar de eso yo, que soy un tipo de interior, cada vez que veo una gaviota acabo por tararear a Neil Diamond y recordar a Juan Salvador y su banda de rebeldes que sólo querían volar por volar, porque volar es bello. El libro, por «malo» que sea, dejó huella en mí.


De algo parecido hablaban hace poco en el podcast Cinemascopazo Nacho Vigalondo, Arturo González-Campos y Juan Gómez-Jurado con respecto al llamado Cine de Serie B. Dice Vigalondo:

«Yo confieso una reflexión que ocupa mis días de un tiempo a esta parte: el niño de nueve años [el propio Vigalondo] que vio la película y pensó que era la mejor película posible se enfrenta al universitario que la ve pasados los años [también Vigalondo] y se da cuenta de que es tan mala como dicen. Pero a veces me paro a pensar ¿quién tiene razón? ¿quién ha leído la película mejor, quién ha tenido la perspectiva más pura? Cuando decimos que algo es malo y podemos articular las razones por lo que algo es malo ¿estamos realmente confesando que algo no nos gusta o queremos exhibir que sabemos porqué las cosas no funcionan? ¿Hasta qué punto cuando digo que algo es malo en realidad estoy intentando venderme a mí mismo como alguien que está por encima de la película que ha visto? Yo echo de menos al niño. A ese niño que disfrutaba las películas sin malicia lo estimo más que al universitario que constantemente intenta definirse a sí mismo a través de sus gustos y sus desprecios. Y creo que el resto de mi vida va a ser el intento por recuperar al niño sin perder de vista lo que yo considero verdad. Tampoco quiero hacer una regresión y volver al animal, renunciar a lo que sé. Lo que quiero es desterrar el cinismo, la ironía y sobre todo el dejar de mirar las cosas desde arriba, hacerlo frente a frente»

«A veces al cine vas a entretenerte, otras veces vas a que te hagan pensar, otras veces vas a enamorarte o lo que sea. ¿Si no te entretiene significa que la película es mala? Es mala para ti y está bien que te enfades si quieres; pero eso no destruye la película, te destruye a ti en tu relación con esa película y ya está» – apostilla después Arturo.

Y yo hice estas fotos de gaviotas y no se me ocurrió mejor texto para acompañarlas que Juan Salvador.

Pd. Ah, y tal vez, si escuchan el Cinemascopazo entero, les pase como a mi, se pongan sus pantalones cortos de niño entusiasmado por el cine y se den una fiesta viendo «Maximum Overdrive«, la única película dirigida por Stephen King ¡Explosión palomitera garantizada!

Pd2: Pulsad sobre las imágenes para ampliar.

21 comentarios en “Pedro Pablo Gaviota

  1. Yo también leí Juan Salvador Gaviota de pequeña, me lo regaló mi padre. Hace poco lo releí, no me gustó y eso me apenó.
    Creo que entiendo lo que has contado, igual hay ciertos libros que es mejor no volver a tocar.

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    1. Los libros no cambian, somos los lectores los que lo hacemos. Es algo parecido a cuando te encuentras con un amigo de la infancia al que llevas miles de años sin ver: no podemos pretender continuar la historia en el mismo punto en el que se quedó.
      Gracias, Evavill. Saludos

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  2. Las fotos son geniales. Respecto a lo que escribes resulta definir lo bueno y lo malo. Hace poco discutía con mi hijo, que le gusta la música como «despacito y a mí me parece simplona, para él es buena y para mí, no. Desde la perspectiva que propones para él es una música que le emociona, la canta, la disfruta y no dejo de recordar que a su edad me pasaba algo semejante, tanto en música como en cine, libros… El paso del tiempo nos va colocando en una postura más moderada y flemática, no te envuelvas en apasionamiento al defender películas, libros…. Busco ahora más que me aporte un sentimiento de emoción, que entable un dialogo enriquecedor y realmente me importa muy poco si se considera bueno o malo. Recuerdo esta canción de Neil Diamond y como fui a verla y me entusiasmó la película, seguro que hoy no sentiría lo mismo, pero es otro momento.
    Muchas gracias por tus reflexiones, porque me hacen también a mí e imagino que a muchos más reflexionar.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, Valverde. Yo también intento acercarme a esa postura, aunque al final creo que todos estamos más o menos condicionados por las opiniones externas.
      Si tu hijo tiene hijos a su vez en el futuro, seguro que tampoco coincide con ellos en sus gustos musicales, jejeje
      Un abrazo

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  3. Un referente literario, estético y filosófico para toda una generación. Los jóvenes de entonces asociábamos el libro a una forma diferente, no oficial, de entender las cosas y la vida, como el movimiento hippie, la película «Pequeño gran hombre» o «Johnny cogió su fusil», el pacifismo, la filosofía oriental y la música de Ravi Shankar. Todo en el mismo saco.
    Saludos,

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    1. Es cierto. También de la época de «Jesucristo Superstar», con el que guarda no pocos paralelismos. A mi no me tocó vivir el momento álgido de los hippies; supongo que quienes lo hicieron guardarán un recuerdo maravilloso… pero pocos podrían ponerse hoy flores en el pelo y peregrinar a San Francisco (que también ha cambiado bastante, por su parte) El momento pasó.
      Un abrazo, Cayetano

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  4. “Al lugar donde has sido feliz / no debieras tratar de volver”. Pienso que igual es bueno hacer caso a Sabina y no volver a ver películas ni leer libros que nos hicieron felices.
    Las gaviotas me encantan, me horroriza la masificación urbanística que se ve en una de las fotos.
    Por cierto, no hace falta que te desplaces mucho la próxima vez que quieras verlas, según nos contó hace unos días un ornitólogo, los vertederos de basura de Madrid están llenos de ellas.
    Recuperaste tú también a Neil Diamond.
    Un abrazo.

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    1. No estoy del todo de acuerdo con Sabina, aunque acierte muchas veces. A veces vale la pena intentar la vuelta.
      😀 Sé que la gente de mar tenéis una visión mucho menos «romántica» de las gaviotas que nosotros los de tierra adentro. ¡No tenemos que aguantarlas tanto, ni vemos su forma de ganarse la vida! He oído lo de los vertederos y creo que no son pocas, no.
      Un abrazo, amigo

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  5. Xibeliuss, en este post pones a volar cosas de un criterio casi inalcanzable (según mi criterio), pero déjame que antes te felicite porque la entrada está mucho y muy bien currada. A veces es una cuestión de gusto personal, y tenemos que dejar de lado consideraciones objetivas para que sean las sensaciones más primarias las que prevalezcan. Esas otras consideraciones son intelectuales y técnicas, y condicionan la naturaleza del producto. Son también necesarias y sin duda son las que se establecen como referenciales. Creo que son necesarias porque desde el punto de vista de la creación y su desarrollo marcan también unos límites que hay que traspasar. En fin, no me extiendo más. Gracias Xibeliuss.

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    1. Entiendo, sí. Y estoy de acuerdo: la «buena crítica» – es decir: la que está bien hecha, la que se fija en la técnica, antecedentes, contexto, objetivo, etc – es necesaria e incluso diría que irrenunciable: nos ayuda a apreciar mejor lo que tenemos delante y decidir por nosotros mismos, más allá de la intuición.
      Es precisamente lo otro, las reacciones a flor de piel – «vaya mierda» – las que creo que necesitan una reflexión, y más cuando son negativas, porque si la sensación es buena disfruta el momento y no te preguntes nada más 🙂
      Un abrazo, eladio, gracias.

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  6. ·.
    Lei el libro, “Jonathan Livingston Seagull” en el Selecciones del Reader Digest. Más tarde lo compré, y más tarde el LP de Neil Diamond. Y todo me encantó en su tiempo… era el momento. Creo que ahora tendría sensaciones como las tuyas. El disco,, por ejemplo, me empalaga.
    Preciosas fotos con Ls Gigantes de fondo. Esa de las dos gaviotas frente al Barranco de Masca, una maravilla. Y la otra, casi una foto denuncia de las aberraciones que se pueden cometer en la costa, en las costas.

    Un abrazo T

    · LMA · & · CR ·

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    1. 😀 Neil Diamond siempre ha estado en ese filo del exceso de azúcar, es verdad. Para mi gusto sus composiciones lucen más cuando las cogen tíos más «toscos» como Urge Overkill. Aciertas de lleno con los lugares, claro. No en vano fueron recomendación tuya 😀
      Gracias, Ñoco. Abrazos

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  7. El tejón tiene razón siempre, Sabina sólo a veces, y suele mentir, ya lo dice él.
    Oh, que temazo Xibeliuss…el purismo. Me encanta.
    Yo, que me trago peliculas muy raras y reportajes que duermen a mi toda mi familia, soy al mismo tiempo una consumidora de libros de gente que quiere volar y más de cine de ese que llaman serie B. Ya he intentado ver Ciudadano Kane 20 veces, con ahínco, interés , muchísimas pipas, toneladas….Imposible. Me quedo con mi HAL, mi Blade Runner..una de las pelis que jamás me cansa es Mogambo..fíjate tú…El Quijote, fantástico, pero me salté alguna página lo confieso, pero de Segismundo no me dejo ni una coma y repito, igual que con Lorca. Pero Verne fue mi primer amor, con El Castillo de los Carpatos , igual que A. E. Svenson, José Escobar, Francisco Ibáñez… En música fue diferente, bajo la influencia de mi hermano sólo podían haberme desflorado ellos……The Beatles ( Tequila lo intentó y casi…) 😀
    Me encanta Neil Diamond desde siempre y si ponen Despacito, bailo. Hombre, en comparaciones no entramos. Jeje….prejuicios? Pues muy pocos, por desgracia, porque por lo visto está de moda tenerlos y dicen que los listos tienen muchos.
    También hay » serie B» en la montaña….te contaría… Incluso en el mundo hippie, jejjeje
    Quien tiene razón no sé si me importa, pero seguro que la tiene el que menos imagines…el niño, claro. Y la gaviota. Tú a una gaviota no le quites nunca la razón. Me encantan las gaviotas, en serio…y las palomas, los ratones, no es ironia…y en general cualquier bichillo que moleste, pero por coincidencia, lo juro.
    La primera foto es increíblemente bonita, todas, pero esa me gusta más.
    Espero que te enrolles como mínimo como yo 😀 😀 Ah, y el libro se escribió el año en que aparecí por este wonderful world, para más datos, por si eran pocos. No puede ser «malo»….
    Un beso mestizo y B, que no «en B» 😊

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    1. 😀 😀 😀 A tu comentario le pongo una foto y ¡ya tengo la siguiente entrada!
      Sé que «Ciudadano Kane» es uno de los referentes del postureo, esas pelis que tienes que decir que te molan para quedar bien… En mi caso ¡me encanta de verdad! Está en el grupo de las que nunca me canso de ver y me engancho cada vez que la encuentro en la tele o me tropiezo con el dvd en casa, con «El Padrino», «Apocalipse Now», «Pulp Fiction» y por supuesto «Blade Runner» Aparte, por supuesto, tengo un montón de «placeres culpables» de los que la mayoría ni siquiera son cool, jejeje Hace poco hablando con un amigo me decía «Debemos tener poco criterio, porque nos gusta todo» y yo dije «Pues mejor para nosotros, así tenemos más con lo que disfrutar» No es cierto del todo, claro que tengo mi criterio. Afortunadamente es amplio.
      Al final es un poco lo que decía más arriba: que una cosa te gusta, te divierte, te satisface: pues disfrútala y no des más vueltas.
      Pero, al revés: si una cosa no te llega, apártate y no la machaques porque seguro que el «problema» es tuyo.
      Un besazo, Moni. Gracias, gracias, gracias.

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  8. Me da vergüenza reconocer que no he leído «Juan Salvador Gaviota». Y me da miedo hacerlo desde que he leído que tú nio has podido reelerlo tras haberlo paladeado a los 9 años. Con 14 leí El Quijote, sus dos partes, en 15 días, La Regenta en una semana y en varias tacadas varias obras de Shakespeare. Ahora creo que no podría repetir esa hazaña.
    Un saludo

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    1. Yo con esa edad también me lancé a los clásicos; en parte porque tuve una profesora en el instituto que nos enseñó a disfrutar con ellos.
      Y lo que también estaba muy bien y no nos dábamos tanta cuenta es que entonces en la tele te ponían en sesión de tarde una imponente selección de clásicos del cine (películas del oeste, de guerra, de aventuras, de cine negro…) con las que te empapabas sin darte cuenta de formas de ver y de contar historias que igual hoy ya no están al alcance de todos.
      Gracias, Carmen. Saludos

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  9. Ni sería tan bueno como cuando lo leímos en aquel momento ni tan malo como creemos 46 años después de la publicación. Son otros ojos y otra mente. Es como La leyenda del lobo cantor… igual pasa que al crecer nos convertimos en más escépticos o cínicos o críticos… pero si gustó en su momento ese es el recuerdo que ha de quedar. Yo, sin embargo, nunca tragué con la canción de Neil Diamond, mira tú.
    Qué bien os salen a algunos los bichos voladores, todavía no conseguí una foto decente de ninguno (salvo que esté posado y no es lo mismo)

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    1. Sí, también como el río de Heráclito: ni el río ni nosotros seremos nunca los mismos; si el recuerdo es bueno al menos disfrutemos con ello.
      ¡Ay! Te puedo asegurar que en esta misma «sesión» salió un buen montón de fotos infumables. Y ahora me doy cuenta que la «narrativa» de la secuencia que he elegido es… mejorable, jejeje
      Gracias, JC. Saludos

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  10. Recuerdo haberlo leído varias veces. Incluso un viejo amigo y yo escribimos al alimón una adaptación teatral cuando teníamos quince años. La adaptación se demostró inviable por antieconómica (en serio) y aburrida.Tal vez porque sea un libro que se apoya sobre todo en la imaginación y la capacidad de fantasía de cada lector y es difícil imponerle imágenes desde el exterior. Saludos.

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    1. Jjejeje Yo debía tener algún año menos cuando escribí una adaptación del «Viaje al fondo de la tierra» para el teatro del colegio. ¡No hubo manera de ponerla en marcha! Aburrida no sé, inviable desde luego. Un saludo, Santiago

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