
«Vivamos, Lesbia mía, y amemos;
los rumores severos de los viejos
que no valgan ni un duro todos juntos.
Se pone y sale el sol, mas a nosotros,
apenas se nos pone la luz breve,
sola noche sin fin dormir nos toca.
Pero dame mil besos, luego ciento,
después mil otra vez, de nuevo ciento,
luego otros mil aún, y luego ciento…
Después, cuando sumemos muchos miles,
confundamos la cuenta hasta perderla,
que hechizarnos no pueda el envidioso
al saber el total de nuestros besos»
Cayo Valerio Cátulo vivió en Roma, en el Siglo I a. de C. Se enamoró de una mujer casada, Clodia (la Lesbia de sus versos), a la que persiguió con afán hasta conseguir sus favores. La felicidad le duró poco: sufrió, se angustió, se reconcilió, intentó superarlo. Amó y odió con todas sus fuerzas. Murió sobre los treinta años. Dejó todo escrito en versos que no han perdido su vigencia: reflejan sentimientos como los que todos hemos sentido: amor, rabia, desesperación, burla…
Dice Pero Grullo que tal vez las ciencias hayan avanzado que es una barbaridad, pero los sentimientos, pues oiga, que estamos como siempre. El mesoencéfalo, un pasito más allá del cerebro reptiliano. Y en cuanto dominamos un poquito el telencéfalo apareció gente capaz de plasmar esos sentimientos sobre el papel -o piedra, o papiro, o pieles… lo que se pudiese. Y algunos lo hicieron tan bien que su mensaje ha perdurado en el tiempo. Como Cátulo, sí, y como Safo, Juvenal, Marcial, Ovidio, Sófocles, Plauto, Horacio, Eurípides… sólo en la cultura grecorromana.
Hay que leer a los clásicos. No por quedar bien: son divertidos, emocionantes, profundos, entretenidos y siempre enseñan algo. ¿Qué más se puede pedir? Pues que descubrirás sus huellas en los lugares más insospechados.
Siempre he pensado que Jorge Martínez estaba borracho de Cátulo cuando escribió esto
[Texto publicado originalmente en el blog «Igual te Interesa», 13-04-2010]
Esta poesía me tocó traducirla del latín en primer curso de la antigua Filosofía y Letras.
«Vivamus, mea Lesbia, atque amemus». ¡Cuántos recuerdos! Hasta hice ese año un trabajo sobre Catulo y los «poetae novi».
Un saludo.
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Cierto, son unos versos muy difundidos… Y, aún así, yo no me canso de leerlos, igual que no me satura escuchar «Starway to heaven» o «Walk on the wild side» por mucho que se repitan en la radio.
Saludos, Cayetano
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¿Cómo puedes no citar al más grande, al eterno Virgilio? ¿Y cómo no te acordaste de Homero? 😉 😁 Saludos.
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Jjejeje La entrada fue publicada hace ya ocho años, en un blog que mantenía entonces. El primer comentario citaba a Homero y el segundo, a Virgilio. Digamos que no aprendo con los años 😀
Saludos, Santiago
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·.
Con los Ilegales de fondo, no sé si la muerte me perdonará por mi ausencia…
Es cierto, aunque los tiempos avancen que es una barbaridad ¿hacia dónde? lo cierto es que lo esencial permanece, afortunadamente.
Un abrazo Xibeliuss
.·
LMA · & · CR
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Las emociones perduran en el tiempo, por eso, como bien dices, los clásicos expresaban lo que sentimos hoy. Da igual Cátulo, Hómero, Lope de Vega…
Los versos de Cátulo son maravillosos, un apluso por rescatarlo para que no caiga en el olvido.
Un abrazo.
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