No es lo que digo

Relatos Propios

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Hasta la semana que viene, Lucía. ¡Chao, chao, besitos!

Simone Calleia cerrró la ventana de skype. Comprobó en google calendar que aquella había sido la última consulta del día. Miró la barra de tareas. El reloj marcaba las 23:38. Ningún sobrecito en la bandeja de entrada. Ninguna notificación de whatssapp web. Suspiró. Todavía veinte minutos para la media noche. Dejó sobre la cpu la diadema con los auriculares y el micro. En spotify abrió la playlist de Angelo DeBarre. Por fin se levantó de la silla. Se desperezó. Dio unos pasos de baile al son de la “Valse de Bamboula” hasta la cocina del apartamento.

Diaeta

Relatos Propios

La Valetta
«Cuatro meses atrás Espiridiona Fardell se acercaba a su cincuenta cumpleaños. Poco a poco, sin ser del todo consciente de ello, había ido dando por cierto que las partes más importantes de su vida ya habían quedado atrás. Que lo que tenía por delante ya sólo era sentarse en una silla y esperar. Ella, que siempre había tenido cien proyectos en el aire y cien más en la recámara. Que tenía a su lado a un hombre que siempre miró – y empujó – hacia adelante. ¡Que tenía un hijo de quince años! Se había convencido de que ya sólo quedaba espera. Tan tonto y tan duro como eso»

Victoriosa

Relatos Propios

«Vicenzo Torriani sacó el paquete del maletero del Corsa y lo sujetó bajo el brazo mientras cerraba con llave. Dio una vuelta alrededor del coche para comprobar que todo quedaba bien cerrado. Comprobó también que no había aparcado ni demasiado cerca ni demasiado lejos de la acera. Unos meses antes hubiese encendido un cigarrillo para entretener los trescientos metros que lo separaban de su bloque. Lo echaba de menos. Al llegar miró el árbol de Navidad colocado junto a la escalera. La señora Camenzuli cada año lo quitaba un poco más tarde, como si quisiera alargar las malditas fiestas. Se quedó unos segundos enganchado con el parpadeo de las luces.

Todavía Dios reinaba en los cielos y el domingo su equipo jugaba en casa. Podría gritar cuanto quisiera.»


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Música de las Sirenas

Fotografía

Robert Plant: Song to the Siren (versión del original de Tim Buckley)

 

«Antiguamente, los filósofos temían a los sentidos; ¿no habremos olvidado demasiado ese temor? Hoy todos los filósofos, tanto los actuales como los futuros, somos sensualistas, y no en cuanto a la teoría, sino en la práctica. Aquéllos, por el contrario, estimaban que los sentidos corrían el riesgo de atraerlos fuera de su mundo, del frío reino de las «ideas», y de llevarlos a una isla peligrosa y más meridional donde temían que se les derritieran sus virtudes de filósofos igual que la nieve se derrite al sol. El requisito para filosofar antes era ponerse cera en los oídos, un verdadero filósofo no tenía entonces oídos para la vida; como la vida es música, negaba la música de la vida — considerar que toda música es Música de Sirenas constituye una superstición muy antigua del filósofo»
F. Nietzsche – La Gaya Ciencia

Bajo banderas

Fotografía

«—Esos hombres que habéis traído, ¿qué calidad decís que tienen?
—Bien entrenados, bien equipados y todos ellos devotos de Cristo —contestó Le Mas—. Le exprimí doscientos voluntarios al gobernador Toledo, bajo amenaza de quemar sus galeras. Los demás fueron reclutados en nuestro nombre por el alemán.
La Valette arqueó una ceja.
—Mattias Tannhäuser —dijo Le Mas.
—El primero en advertirnos de los planes de Suleimán —añadió Starkey.